domingo, 20 de diciembre de 2009

En Colombia: Visita de Presbítero a Adriana Arango en la cárcel (famosa ex-periodista)





"Mientras seas rico y feliz, te rodearán muchos amigos; cuando te visite la adversidad, te dejarán solo" (OVIDIO)

Adriana Arango


Fecha: miércoles, 14 octubre, 2009 7:46


Estuve visitando a Adriana

Sí, a Adriana Arango, la bella presentadora de televisión, de hace veinte años. En la cárcel El Buen Pastor, en Bogotá, por la calle 80 con carrera 58: justo, ¡qué ironía!, lindando con el SPEC: Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano.
Con anticipación había pedido los permisos del caso. A la entrada me hicieron más requisas que para subir a un avión: me dejaron escasamente con la ropita que llevaba puesta. Todo lo demás fue confiscado hasta la hora de salida: paraguas, maletín, llaves, dinero y todos los documentos personales. La cosa era seria.
Temía encontrarme con Adriana, por la situación que atraviesa. No sabía cómo iba a reaccionar. Obviamente, pedí antes su consentimiento. Lo dio con facilidad. La conocí personalmente en su esplendor, cuando era presentadora estrella de la TV, por entonces novia de mi sobrino Alejandro. Ahora, atravesando la prueba de su vida, humillada y cabizbaja, con esposas en las manos, en las primeras páginas de la prensa nacional. Se les olvidó a los periodistas que había sido uno de ellos. Bien señaló Ovidio, el poeta latino:

"Mientras seas rico y feliz, te rodearán muchos amigos; cuando te visite la adversidad, te dejarán solo".

Al fin llegué al pabellón 8°. Un abrazo estrecho, largo, con sollozos de ambas partes. Casi no la reconozco: había cambiado su belleza superficial, de maquillaje, por la belleza interior, profunda, fruto del sufrimiento y de la fe en Jesucristo. Estaba aún en piyama, tendiendo su cama. Se excusó. "No te preocupes -le dije-; así luces más bella." Trajo un asiento, de una celda vecina. Nos sentamos y dimos comienzo a un diálogo animado y profundo.
-Cuéntame: ¿cómo te encuentras?

-En paz, con mucha fe en Jesucristo, sin depresión, sin odios ni rencores; la fe me quita la angustia y las rabias. Vivo en paz.
-¿Cuál es tu experiencia principal en esta nueva forma de vida?

-La adversidad se debe entender -dijo con algo que traía bien pensado- como la señal que Dios nos da para despertar nuestra conciencia al sentido real, profundo y verdadero de la presencia de Dios en cada instante de nuestra vida; de su poder, de su fuerza, de su misericordia y de su amor infinitos.
Y concluyó: "Si no estuviera pasando por esta prueba tan dura, no estaría tan cerca de Dios".

La piecita es pequeña pero suficiente, una cama, una mesa de noche convertida en altar, con sus santos, no podía faltar la imagen de la Virgen; la pared, llena de fotografías de sus seres queridos: los dos hijos mayores, de su primer matrimonio, civil: luego la pequeñita, de su segundo matrimonio, este por la Iglesia, con Javier, quien se encuentra en la cárcel de Zipaquirá, también entregado a Dios.
-¿Y cuál es tu estado de ánimo?
-No tengo odios ni rencores, depresiones ni desalientos; no me rindo ni me aniquilo. No tengo a Dios como 'bombero', apagaincendios. No. Acudo a Él para adorarlo, para cumplir su voluntad, con paz, con confianza y amor.
Estando en nuestra charla aparece una vecina, María Isabel, me saluda y luego se ofrece a traernos un tinto con crema. Acepté, agradecido. Me di cuenta de la buena relación que existe entre las varias detenidas. Salen al patio y Adriana les dirige una sesión de aeróbicos. Se mantienen con el ánimo muy en alto.
Reflexiono ante el cambio en la vida de Adriana y pienso:
¡qué bueno sería que todos, en nuestra juventud, tuviéramos un semestre de cárcel! ¡Cómo veríamos de distinta la vida! Estaríamos unidos a Dios, seríamos más humildes, más hermanos, más abiertos al amor y al perdón. Sabríamos que todos somos culpables. Sólo Jesús es inocente.
Resumiendo mi visita a Adriana: fui a llevarle consuelo y fui yo quien salió consolado. Pensé llevarle fe, y fui yo quien salió fortalecido en la fe en Jesucristo.
"Sólo le pido a Dios -concluyó ella- que les toque el corazón a todas las personas que perjudicamos, con el ánimo de hacer empresa, no de hacerles daño."
Le dejé de regalo la Biblia y mi libro, la confesión de fe en Jesucristo.
"Vuelvo pronto", le dije. Le di un beso y adiós.

Por: Alfonso Llano Escobar (Presbítero)
Alfonso Llano Escobar s.j.

____________
Nota: Adriana Arango había estado implicada en el sonado caso del DMG aquí en Colombia, empresa constituida por David Murcia Guzmán, quien recaudaba dineros con base en un sistema piramidal, para regresarlos multiplicados al 70, 100 y hasta 400% a miles de personas y familias de todo el país. Luego de consentir esta situación por algunos años y como mucha gente se estaba enriqueciendo 'ilícitamente' (incluso altos funcionarios del Estado) y esto, obviamente afectaba a los Bancos, se decidió declarar esto como un gran delito y una deshonra al "pueblo colombiano". Luego de tomar las 'correctas medidas', extraditar a David Murcia y encarcelar a muchos de sus 'partidarios', cantidad de familias en todo el país quedaron completamente en la ruina.

La nota es mía y me hago responsable de ella: 

Gloria Helena Restrepo C.
http://armonicosdeconciencia.blogspot.com

1 comentario:

  1. El texto... textual, la nota, triste... un país que busca culpables y se olvida de las víctimas... en fin... un país que está, como me lo dijo un conocido alemán hace 6 años cuando nos topamos en Argentina, imbuido en la oscuridad, dentro de un misma negro, similar al que está sumido oriente medio.

    No podemos esperar mucho...

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