lunes, 8 de marzo de 2010

Pitágoras: La Música y su relación con el Cerebro...



Pitágoras: La Música y su relación con el Cerebro...
Una rápida revisión de las reglas proporcionales de Pitágoras: los intervalos musicales pueden ser descriptos como proporciones de las frecuencias de dos tonos. Dichas proporciones son las más simples (2:1, 3:2, 4:3, etc) y corresponden con los intervalos que la civilización occidental ha juzgado como los más agradables (intervalo de octava, quinta justa o cuarta justa), mientras que los intervalos disonantes para nuestra cultura (séptima mayor, segunda menor, cuarta aumentada o quinta disminuida) tienen proporciones más complejas (243:128, 16:15, 45:32, etc).
Las pruebas de fMRI descubrieron que en los músicos bien entrenados, se observan en actividad cinco áreas del cerebro al interpretar dichos intervalos, mostrando mayor actividad cuando dichos intervalos progresan de consonancias perfectas a consonancias imperfectas para acabar en disonancias. Estas cinco áreas del cerebro son: la circunvolución frontal inferior, la circunvolución temporal superior (donde se encuentra la corteza auditiva primaria), la circunvolución frontal media, el lóbulo parietal inferior y el surco anterior (que se cree domina el conocimiento racional). En los “no músicos” (ese término horrible utilizado en conocimiento musical para describir a aquella población de oyentes que no han tenido entrenamiento musical) se observa que tan sólo un área de su cerebro se activa bajo los mismos patrones de consonancia/disonancia: la circunvolución derecha frontal inferior.




Partes de cerebro aplicadas a la musica

Aún no hemos tenido la oportunidad de leer el artículo completo para ver si los intervalos fueron en realidad interpretados en la entonación justa, cuántos intervalos se tocaron y con cuántos participantes se realizó el estudio (los estudios fMRI, por lo general, tienen pequeños números de debido al costo del tiempo MRI). Si los intervalos fueron interpretados en un temperamento constante eso iría en contra de la interpretación de todas las reglas proporcionales de Pitágoras, lo cual significaría una gran falla en la totalidad del estudio.


Tomado de: http://www.pianored.com/musica/2007/11/20/pitagoras-cerebro/


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PITÁGORAS DE SAMOS Y LA MÚSICA COMO PERFECCIÓN. EL UNIVERSO EXPLICADO COMO ARMONÍA. Daniel Martín Sáez

“En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha realidad”
Schopenhauer (Filósofo)

Los pitagóricos, una secta filosófica surgida en el siglo sexto antes de Cristo, con la simple herramienta de la contemplación y el pensamiento, se antepusieron a los avances de la técnica científica, llegando a conclusiones que no han podido ser ratificadas hasta miles de años después. La música producida por las esferas es una de ellas, pero hay más. La finalidad de este artículo es explicar la concepción de la música que tenían los pitagóricos y cómo llegaron a ella. Todo ello, situado en el contexto histórico y filosófico concerniente. 
Pitágoras de Samos
La mayoría de las veces, los filósofos han tratado a la música como a algo baladí, no por no sentir una satisfacción espiritual ante ella, de lo cual no cabe duda en cualquier personalidad intelectual, sino por no prestarle una atención conforme a lo que se merece. De este modo, los filósofos han errado, a lo largo de la historia, dejando de lado un tema revestido de importancia para la ética y la educación, tal y como afirmará Aristóteles (384 - 322 a. de J.C.).

No obstante, podemos encontrar a grandes filósofos como Nietzsche (1844-1900) o Pitágoras (582-507 a. de J.C.) que aclaman con fuerza el reconocimiento de este arte como algo superior, mientras otros como Platón (427-347 a. de J.C.) o Aristóteles les dedican algunas líneas o capítulos. Nos centraremos, esta vez, en Pitágoras.

Pitágoras pertenece al círculo de los llamados Presocráticos, cuyas doctrinas nos fueron legadas de forma incompleta y ambigua, ya que la mayoría de los escritos fueron perdidos en tiempos pretéritos y lo poco que nos queda forma parte de una tradición doxográfica reducida (Diógenes Laercio del siglo III d. De J.C. -Vida de los más ilustres filósofos griegos- es un claro ejemplo). No obstante, sí podemos destacar una serie de acontecimientos característicos importantes a la hora de afrontar un tema tan antiguo y escabroso. En primer lugar, hay que destacar de forma rápida, el llamado paso del mito al lógos (razonamiento, palabra...). Esto es, el paso de una mentalidad en la que cualquier acontecimiento era explicado de forma gratuita mediante creencias religiosas (algo así como: “¿Una inundación? ¡ha sido Poseidón!”) a otra mentalidad en la cual, fuera de alejarse de creencias religiosas (eso no llegará hasta bien entrado el segundo milenio después de cristo) los acontecimientos de la vida y de la naturaleza serán explicados mediante la razón. Será así como aparezcan los primeros físicos y, pronto, la filosofía, enraizada en el intelectualismo socrático. Este paso citado fue iniciado por Thales de Mileto y diligentemente seguido por Pitágoras.

Es seguramente el más importante filósofo matemático de la historia. Nacido en la isla de Samos, en la época del gran tirano Polycrates (¿-522 a. De J.C.) pronto se trasladaría a Crotona (estando en desacuerdo con el gobierno tiránico vigente en su isla natal) donde fundará su escuela religioso-matemática a forma de secta, siendo sus discípulos nombrados pitagóricos.

Tal y como afirma Bertrand Russell (1872-1970) “fundó una religión cuyos dogmas principales eran la transmigración de las almas y que el comer alubias era un pecado. Su religión se incorporó en una orden religiosa, que en algunos lugares adquirió el control del Estado, y estableció una regla de los santos (...) fueron admitidos hombres y mujeres en igualdad de condiciones; la propiedad era común (...) los descubrimientos (...) fueron considerados colectivos (...) atribuidos a Pitágoras aun después de su muerte” (RUSSELL, B. 2005) marcando así su rara personalidad y algunas de las características principales del pitagorismo.

Después de esta escueta resolución de hechos generales, y con la intención de no aburrir al lector, vayamos al tema que nos interesa: que suene la música.

Pitágoras es un idealista, no sólo en el campo de la religión sino también en el de la separación entre lo conocido mediante los sentidos (que nos engañan) y lo conocido mediante el intelecto (que nos lleva a la verdad). Idea que pronto adoptarán Platón y sus secuaces, como S. Agustín (354-430 d. De J.C.) en su lucha contra los sentidos. De este modo, aparece una de las primeras manifestaciones filosóficas de devaluación de los sentidos como fuente de conocimiento, estando en su lugar el intelecto. He ahí donde entra en juego la matemática y la música.

Los pitagóricos, ante el hecho de que algunos entes reales (para ellos, todos) podían ser explicadas con principios matemáticos, llegaron a la conclusión de que las matemáticas son la verdadera representación de la realidad, lo perfecto (siendo esta perfección cognoscible solo mediante el intelecto). De ahí que afirmasen que “todas las cosas eran números”, y, una vez tomado esto como premisa, que los números, las operaciones aritméticas, tienen una gran importancia en la música. De ahí surgirá la utilización del término armonía en las matemáticas y, por ende, en la definición del estado del mundo. El término armonía debe ser entendido como formación de una escala y, sobre todo, como orden, no como lo que conocemos actualmente, pues la música en Grecia era aún melódica. Aristóteles explica muy acertadamente estas ideas en el siguiente fragmento:

En tiempo de estos filósofos y antes que ellos, los llamados pitagóricos se dedicaron por de pronto a las matemáticas, e hicieron progresar esta ciencia. Embebidos en este estudio, creyeron que los principios de las matemáticas eran los principios de todos los seres. Los números son por su naturaleza anteriores a las cosas, y los pitagóricos creían percibir en los números más bien que en el fuego, la tierra y el agua, una multitud de analogías con lo que existe y lo que se produce. Tal combinación de números, por ejemplo, les parecía ser la justicia, tal otra el alma y la inteligencia, tal otra la oportunidad; y así, poco más o menos, hacían con todo lo demás; por último, veían en los números las combinaciones de la música y sus acordes. Pareciéndoles que estaban formadas todas las cosas a semejanza de los números, y siendo por otra parte los números anteriores a todas las cosas, creyeron que los elementos de los números son los elementos de todos los seres, y que el cielo en su conjunto es una armonía y un número. Todas las concordancias que podían descubrir en los números y en la música, junto con los fenómenos del cielo y sus partes y con el orden del Universo, las reunían, y de esta manera formaban un sistema.
(Aristóteles, Metafísica, capítulo 5, libro I)

Como indica Bernabé “se le atribuye a Pitágoras el descubrimiento de los intervalos musicales regulares; esto es, la comprobación del hecho de que las escalas se componían a base de dividir la cuerda en las proporciones 1:2, 3:2, 4:3.”. Y aun hay más. Una de las fuentes de conocimiento de nuestro autor relata lo siguiente: “Pitágoras, según dice Jenócrates [396-314 a. De J.C.], descubrió que los intervalos en música no pueden originarse sin el número, ya que consisten en la combinación de una cantidad con otra. Así que examinó a qué se debía el que los intervalos fueran concordantes o discordantes y, en general, el origen de todo lo armónico y lo inarmónico” (Berbabé 2002).

Recordando la idea de la transmigración de las almas antes citada, queda como conclusión una especie de eterno retorno. La historia se repite. Todo permanece de algún modo, como los números, de forma perfecta, armónica. ¿Qué es esto sino armonía, entendida como “conveniente proporción y correspondencia de unas cosas con otras” (RAE) ?. De ahí que llamarancosmos (orden) al universo y buscaran una verdad inteligible (mediante las matemáticas).

Por otra parte, y esto nos sirve de ayuda para la explicación posterior, destaca la idea de la purificación del alma (kátharsis). La música era considerada por Pitágoras, de forma muy acertada, como un algo eterno mediante lo cual se consigue la purificación de lo que llaman alma. Otra fuente nos lo ratifica: “purificaban su cuerpo por medio de la medicina y su alma por medio de la música” (esta frase será repetida por Platón: “La música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo”). Además, los pitagóricos, como buenos filósofos, consideraban la contemplación como uno de los requisitos fundamentales de su doctrina y de la vida del filósofo, del que quiere saber, purificarse, ser feliz. Una de las anécdotas más conocidas es la siguiente: “Decía que la vida se parece a quienes se congregan con ocasión de unos juegos: unos acuden para competir; otros, por el comercio, pero los mejores, como espectadores”. Esos espectadores son los que visualizan, los que tocan, pero también, y sobre todo, los que escuchan.

Ergo llegamos a dos conclusiones claras: la música es importante como medio de contemplación (y, por tanto, de conocimiento inteligible) y como medio de purificación espiritual. Lógicamente, dentro de esta purificación espiritual no se excluyen temas menos importantes, tales como el desahogo de malestares psíquicos o el apaciguamiento interior efímero.

Para ir terminando esta somera pero intensa explicación, creo conveniente para vuestra diversión y conocimiento el explicar de forma breve la teoría pitagórica sobre la armonía producida por los planetas al moverse, esto es: la armonía o música de las esferas. Esta teoría, que parece haber sido ratificada por los científicos en los últimos años, postulaba que el universo, como si de un instrumento se tratase, a través del movimiento de las esferas producía una serie de sonidos.

Noche estrellada - Van Gogh

Esto es, las esferas al moverse producen un sonido, aunque no perceptible por el hombre por haberse acostumbrado a él con el paso de los años, existente. Este sonido era diferente según la esfera que estuviese en movimiento, así, según las proporciones aritméticas de sus órbitas alrededor de la tierra, se producía un tono u otro. De modo que al sonar todas al mismo tiempo componían una armonía perfecta. Esta teoría no solo fue discutida por los pitagóricos sino que ha sido cuestionada desde entonces hasta nuestros días. Además, esta teoría les sirvió a los pitagóricos para argumentar a favor de las matemáticas y de que “todo son números”, pues bien es sabido que la música depende a su vez de unas proporciones. Un claro ejemplo del llamado “milagro griego”, de cómo una sociedad tan poco avanzada en técnicas hacía proposiciones con la sola herramienta de su pensamiento.

Finalmente, hay que destacar la idea de que el movimiento pitagórico formará parte importante de las nuevas doctrinas (la platónica y aristotélica por ejemplo) pues atraparon conceptos irrefutables tales como algunos de los matemáticos o los que admiten la idea de la purificación o el paso a lo inteligente que se produce escuchando, creando o interpretando música. Otros autores, ya sean literatos, pintores, o arquitectos, confirmarán estos ideales: “Cuando no me ve nadie, como ahora, gusto de imaginar a veces si no será la música la única respuesta posible para algunas preguntas” (Buero Vallejo – relación de la música con el conocimiento) “Desde que el hombre existe ha habido música. pero también los animales, los átomos y las estrellas hacen música.” (Karlheinz Stockhausen – la eternidad de la música y la armonía de las esferas) “El pensamiento, cuanto más puro, tiene su número, su medida, su música.” (Zambrano, M. – la armonía como medida matemática y vía de conocimiento). Son solo algunos ejemplos de la voluptuosidad de la doctrina pitagórica en cuanto a la música.

BIBLIOGRAFÍA:
- RUSSELL, B. Historia de la Filosofía, Gredos, Madrid: 2005
- BERNABÉ, A. De Tales a Demócrito, Alianza, Madrid: 2002.
- ARISTÓTELES. Metafísica, Gedos, Madrid: 2002.


Artículo escrito por Daniel Martín Sáez 

Desde España

Fecha de publicación: Abril del 2007.
Artículo que vió la luz en la revista nº 0003 de Sinfonía Virtual. 

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