sábado, 25 de junio de 2011

La Industria de la Soledad - Solos en un Mundo Superpoblado, por Juan Miguel Zunzunegui

LA INDUSTRIA DE LA SOLEDAD
Solos en un mundo superpoblado
Juan Miguel Zunzunegui
Hace decenas de miles de años, cuando el hombre vagaba solitario por el mundo, destinado a la inminente extinción en vista de sus desventajas comparativas con el resto de los animales, su cerebro avanzado le hizo tomar la única decisión sensata posible: unirse en sociedad. Así, juntos, lograron los humanos lo que nadie más sería capaz de hacer, un progreso más allá de la imaginación. Desde el fuego y la rueda hasta los biochips y la nanotecnología, todo lo que el hombre tiene lo ha conseguido gracias a vivir en comunidad, a conocerse unos a otros.


Paradójicamente, vivir en sociedad hizo sobrevivir al ser humano, las sociedades crecieron, el hombre dejó el campo, construyó las ciudades y creo con ellos las comunidades más grandes que nunca habían existido: las grandes metrópolis de millones de habitantes. Sin estos conglomerados urbanos gran parte de las comodidades de las que gozamos serían imposibles…, incluso se han desarrollado cientos de instrumentos encaminados a mejorar la comunicación.

Nunca ha sido tan fácil comunicarse como antes. Lo tenemos todos: celulares, internet inalámbrico, grilletes electrónicos llamados exactamente así, blackberries. Tenemos todo tipo de aparatos y medio de comunicación en sociedades de millones de personas. Justo el ambiente para que los seres humanos estén más solos que nunca.

La conversación se pierde y se intercambia por mensajes, las palabras se sustituyen por imágenes, las emociones por caritas expresivas o emoticones, los abrazos toman forma de un corazón en Facebook. Con su grillete electrónico personal cada individuo puede ser cómodamente masa todo el tiempo, estar conectada con el mundo, y así nos enteramos desde la posición de los alcoholímetros, hasta la cantidad de martinis que alguien ha consumido antes de las 6 de la tarde, o su experiencia en ir al baño.

20 millones de seres humanos compartimos un espacio, tenemos amigos virtuales por todo el mundo pero no conocemos al vecino…, ni queremos hacerlo. Las rutinas se hacen vida: de la casa por el periférico al trabajo y de regreso, los fines de semana la gente busca cualquier actividad que le evite estar a solas con la persona a quien más teme y menos conoce: ella misma. Pero para eso hemos inventado todo tipo de distractores que nos ayudan a no tener que reflexionar, siempre está la televisión, las películas, la música, los videojuegos, las computadoras o, Dios no lo quiera, hasta un libro, todo con tal de no estar con nosotros.

El ser humano se agrupó para sobrevivir, y ese agrupamiento a gran escala lo está aniquilando como especie en todos los sentidos: más aparatos para no pensar, más cosas que hagan todo por nosotros, más sustancias para evadir la realidad creada por nosotros mismos…., y más mundos virtuales para pasar menos tiempo en el real, que es cada vez más virtual, ya que el virtual se hace más real.

En el altermundo cibernético la gente puede vivir aventuras que ya no existen en el siglo XXI y sólo subsisten en las novelas que ya no leen, por que juegan en el altermundo. La sociedad crea normas culturales, marca un camino, 99% de la gente lo sigue para luego encontrarse con que no es el del todo feliz, que en realidad hubieran elegido algo más aventurero en vez de seguir la línea. Surgen las neurosis, la gran paradoja; estar solos en un mundo superpoblado, ver a la gente como una masa amorfa, tener más amigos inexistentes en un programa de cómputo que en la real, poder vivir ciberaventuras, poder ser virtualmente infiel, o virtualmente un Don Juan, un genio, un conquistador, un héroe de novela…, todo porque la vida real que evadimos es aburrida, monótona, trazada, y las decisiones reales que nos han llevado a nuestra actualidad real, tratamos de subsanarlas en la alteridad cibernética.

Vivimos rodeados de millones de personas, y más solos que nunca. Por eso este mundo ha desarrollado la Industria de la Soledad; sucedáneos baratos de amor, cariño, compañía o aventura: jueguitos de ligue en redes sociales, perfiles falsos para vivir una segunda vida más emocionante, compañías web que consiguen tu pareja perfecta seleccionada algorítmicamente por una computadora, catálogos y fiestas de solteros y solteras, anuncios en los periódicos. Desesperación por estar solos al tiempo que estamos rodeados de gente y de tecnología comunicativa.

Y así, mientras unos usamos el altermundo virtual para ampliar nuestra experiencia real, otros lo usan para vivir la vida que nunca han podido tener o tendrán, para evadirse, para sacar sus frustraciones, buscar las aventuras que no se atreven a tener en la vida que algunos aún consideramos real.

Vivimos solos rodeados de millones de personas, la peor de las soledades. Tenemos más tecnología que nunca, pero como individuos somos más inútiles y dependientes que jamás en la historia. Tenemos nuevos tipos de locura, nuestras dobles personalidades pueden tener un nuevo hogar, la esquizofrenia es refugia en el mundo de los unos y ceros. Convivimos con ideas, con avatares, con imágenes y sueños frustrados. Y finalmente todo se puede comprar por internet, desde la pizza, pasando por la música, hasta la compañía o un sucedáneo barato de amor.

Nos juntamos para arreglar problemas y sobrevivir, y eso nos genera más problemas que nunca y pone en peligro la subsistencia, sobre todo a nivel mental y emocional. Todas las comodidades que tenemos son posibles únicamente porque hay millones de personas en las que se difiere el gasto, millones a los que hay que soportar, millones a los que no conocemos, millones que nos hacen la vida imposible pero nos permiten escondernos, evadirnos y tener más de una vida.

Y aquí estoy compartiendo esta reflexión en un mundo alterno de rostros con vida, muchos conocidos, muchos desconocidos, algunos han de ser lo que pretenden…, pero cuántos habrá viviendo en la alteridad lo que nunca pudieron experimentar en la vida real. El mundo del siglo XXI se vivirá dentro de una caja. Todo el paisaje eterno estará de sobra.
Juan Miguel Zunzunegui
From: eduardo de la cruz

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